martes, 21 de agosto de 2007

Camisa pestosa



Ayer en el trabajo, abusando de la confianza que todo jefe deposita en su informático, fui al trabajo en camisa. Cosa rara. Me visto siguiendo un algoritmo voraz: coger lo primero que veas en el armario, luego ya veremos si pega. El éxito de la técnica está en que todo lo que tengas pegue, o que te de igual. Yo soy del segundo tipo, y casualidades de la vida, ayer el algoritmo me vistió algo más decente de lo normal.

El caso es que ahora en verano los efluvios corporales son algo común, y mas yo, que, como dijo el ordinario de mi vecino "es que sudo mucho". Fue una tortura para mis fosas nasales. Lo pasé realmente mal. Olía muy mal. Estaba asqueado con mi propio olor corporal.

Probablemente esa camisa hecha de un tejido menos absolvente que una camiseta, unido al efecto embudo que provocaba fue la culpable de mi sufrimiento. Camisas nunca mais....

Como puede apreciarse en el dibujo, los vientos huracanados suben por el interior de la camisa hasta la nariz de la víctima.

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